Fernando Barri definió una vez la
utopía como aquello que se encontraba en el horizonte, un horizonte en el que
si caminabas diez pasos, la utopía se alejaba otros diez. Entonces, ¿para qué
sirve la utopía? Para caminar.
¿Será que se nos ha olvidado
caminar? ¿será que nos han manipulado de tal manera que sólo vemos aquello que
desde ahí arriba quieren que veamos? ¿será que nos hemos acomodado y se nos ha
olvidado que siempre hemos tenido y tendremos la capacidad de transformar todo
aquello por lo que luchemos?
Creo plenamente que nos estamos
cargando un mundo en el que tenemos derecho a soñar. Un mundo en el que están
predominando los delitos por estupidez.
Tal vez el problema sea la
comodidad, pero ¿realmente estamos cómodos dentro de un sistema educativo
colonial que nos prepara para obedecer, trabajar y gestionar el estrés? ¿están
fomentando o no, nuestra creatividad? Quizá al escuchar esta palabra podemos
pensar, ¿realmente importa la creatividad? La misma hace referencia a nuestra
capacidad de innovar e imaginar soluciones nuevas ante situaciones inesperadas,
así que a partir de este hecho, que cada cual saque sus propias conclusiones.
La mía desde luego es que la curiosidad es el inicio de la creatividad, y si no
somos capaces de ser creativos, ¿cómo vamos a poder imaginar siquiera una
utopía si nos conformamos con aquello que se nos esta enseñando? ¿nos están
manipulando? Revélate. Necesitamos a
gente que nos llene de ganas, que tenga las mismas que nosotros de
revolucionarnos contra lo impuesto por un gobierno que habla mucho y no dice
nada. Un gobierno corrupto que se esconde justo detrás de nosotros, sigiloso,
casi imperceptible, para tapar todo aquello que no le conviene; ¿Será que las
revoluciones siguen produciéndose, solo que de manera distinta, casi
silenciosa, hasta que ya no nos queden ojos para verlas? Es una manera poética
de decir que sí que las hay, pero también hay quien se encarga de ocultarlas.
¿Por qué?
Quizá es difícil llevar a cabo
una revolución. Pero si a lo largo de la historia conocemos revoluciones como
la de Haití, una guerra entre Francia y Gran Bretaña en la cual Francia acabó
dándole la libertad a sus esclavos y todo culminó con la obtención de sus
anhelados derechos civiles; la primavera árabe, que comenzó con una serie de
protestas y revueltas en torno a los gobiernos dictatoriales del propio país;
la revolución cubana, de la que surgieron dos figuras mundialmente conocidas
hoy en día, el Che Guevara y Fidel Castro; la revolución china, en la que se proclamó
finalmente una república; la norteamericana, en la que trece colonias se
revelaron contra el poder británico y decidieron que serían libres; la
revolución de octubre que acabó definitivamente con el zarismo; la revolución
francesa en la cual se tomó la Bastilla y supuso la caída de la monarquía.
¿Existen o no existen revoluciones?
Sí que es cierto que este mundo
parece más revolucionado que revolucionario; todo va muy deprisa desde la
habitualidad, pero no hay verdaderos cambios. ¿Será que ha entrado en crisis la
imaginación como productora de utopías? ¿Ha entrado en crisis la utopía misma?
Ya no existen facilidades apreciables para concebir ideas, proyectos o
creaciones innovadoras; insisto, ¿será que nos hemos acomodado a lo que
tenemos? ¿acaso nos gusta? ¿acaso crees que todo el mundo(hablando desde el
ámbito escolar, social…) te dice la verdad?
Creo que muchas personas apelan a
la faceta emotiva para convencerte de algo, porque si afecta a tu estado
emocional, lo tomas inconscientemente como cierto. Las emociones tienen más
fuerza de la que podemos imaginar y determinan la mayor parte de nuestra
conducta, modo de pensar… Es por esto, como he dicho antes, que muchas personas
apelan a provocar emociones en nosotros porque saben que así, tendrán prácticamente
“la partida ganada”. ¿No habéis escuchado alguna vez un discurso que os ha
parecido tan impresionante como convincente y luego le habéis dado una vuelta
de tuerca y sus argumentos se caían por sí solos? Tocan nuestras emociones,
juegan con ellas a su antojo, porque saben que nada nos hace sentirnos tan
humanos como las mismas; pero si reflexionas sobre el tema y la información
recogida pasa por tu hemisferio racional, lo ves desde otra perspectiva, qué
curioso. Y siendo que somos libres de dudar
de absolutamente todo, ¿no deberíamos hacerlo? En vez de creernos algo sin analizarlo,
¿no deberíamos procesarlo primero por nuestro mecanismo racional?, porque sino,
nos están de nuevo manipulando, o al menos, esa es mi percepción.
Antes he afirmado que somos
libres, y me gustaría diferenciar dos tipos de libertad incluidos en la
Declaración Universal de los Derechos del hombre y compararlos con este tema:
por una parte; la libertad de pensamiento, y por otra, la libertad de
expresión. La libertad de pensamiento es un derecho fundamental por el cual las
personas somos libres de decidir cómo nos enfrentamos a los problemas de la
sociedad y la vida en general; y la libertad de expresión, cómo expresamos
nuestra libertad de pensamiento frente a los demás(esta proviene de la libertad
de prensa, de dar opiniones contrarias al gobierno). Creo firmemente que dentro
de nosotros hay ideas revolucionarias, hay disconformidad y un sinfín de ganas
de cambiar, o al menos, esa es mi apreciación; pero parece que el problema pasa
a darse en la libertad de expresión, viendo como aunque haya gente que no esté
a gusto dentro de este sistema, no expresan esas ideas, sino que se las guardan
para sí mismos. Y esto, ¿por qué? Hay quien diría que es por miedo, otros por
comodidad, y la verdad es que no creo que estas ideas vayan tan desencaminadas.
A ver, ¿los políticos mandan muy
bien o nosotros dejamos que parezca que lo hacen bien porque no llevamos muchas
veces verdaderamente a cabo nuestra libertad de expresión? Hay mucha gente que
cuando tienen lugar las elecciones no vota; es más, he llegado a escuchar: “No
voto; y la razón es sencilla, lo van a hacer igual de mal unos que otros” pero
guardas silencio, guardas el mismo silencio que los gobiernos para que no salga
a la luz aquello que ellos no quieren que salga. ¿Por qué callan tanto unos
como otros? Tal vez sea que los cuidadanos temen a ese alto poder, y de la
misma manera que temen ellos, también lo hacen los políticos, porque están tan
a gusto donde están, que harán todo lo que esté en su mano por permanecer ahí,
justo ahí, donde casi ya no tengamos ojos para distinguirlos. ¿Y si realmente
temen que pasemos de ser un mundo revolucionado a uno revolucionario que les
haga levantarse de su posición? ¿Qué pasaría si además de pensar en nuestras
utopías las compartiésemos? Realmente prefiero pensar que todo esto es por
miedo, porque como realmente sea por pura comodidad, nos estamos cargando la
humanidad.
Nos manipulan porque les interesa
y nos dejamos, nos acomodamos y desde fuera parece que no seamos capaces de
luchar por nuestras utopías; por favor, no me digáis que esto es cierto.
Desde mi postura, defiendo el
crear una revolución de acciones en vez de palabras, empezando por la
revolución de las pequeñas cosas, ser lo opuesto a lo silencioso e
imperceptible. Y creo que no hay mejor manera de cambiar este mundo
revolucionado en uno revolucionario que apelar a nuestras utopías, a todas,
creyendo en ellas. Como bien dijo Fernando Barri, la utopía sirve para caminar,
así que, ¿por qué no empezamos a caminar, haciéndonos notar, creyendo en nosotros
mismos y dudando del resto?
“Cambiar el mundo, amigo Sancho,
que no es locura ni utopía, sino justicia”.
Nuestras utopías servirán para
caminar, pero el mero hecho de cambiar el mundo, no se tratará de una utopía,
sino de justicia.
¿Por qué no empezamos?